Ayer volví a pensar en lo impensable.

¿No te pasa que, a veces, te asalta un mar de dudas
y vas simplificando, como quitando lastre de un bolso lleno de piedras,
hasta que llegas a lo esencial:
qué coño estoy haciendo aquí?

Aunque se hacía de noche salí a caminar porque no aguantaba un minuto más aquí dentro.
Llovía con desgana y todo estaba embarrado, pero me puse unos playeros blancos.
Me detuve a observar mi reflejo deformando en un charco y en él vi dos ojos esparciendo tristeza. Luego seguí caminando con las manos en el bolso y a un ritmo más bien lento hasta que llegué a un camino de tierra. Ya no había casas ni luz. La lluvia había parado y dio paso al típico frío tonto que marca el final del invierno. Me senté sobre los restos de un tronco quemado. No se veía nada a lo lejos: ya era noche cerrada. Me miré los pies y tenía los playeros blancos llenos de mierda. Me subí los cuellos de la chaqueta como para aliviar el frío instintivamente y fue entonces cuando pensé en lo impensable, en ese tabú prohibido que ni siquiera uno se atreve a confesar a sí mismo. Yo no se qué hago aquí. ¿Para qué estoy aquí? ¿Estoy cumpliendo una función concreta, aportando algo, haciéndole más llevadero ésto a alguien? No lo se, lo que sí se es que cuesta más de lo que esperaba encontrar un hueco en el mundo. Yo no tengo raíces como el tronco sobre el que reposa mi culo (aún así de poco le han servido). Como me estaba volviendo más oscuro que la mismísima noche me puse mi canción favorita: En Ring Til Å Herske ¡Qué brutal melancolía! Dejé entonces de pensar en lo impensable y cavilé sobre las formas caprichosas de las ramas, las montañas y el vaho. Tiré alguna piedra a un charco para mirar las ondas expandirse y permanecí quieto hasta que terminó la canción sintiéndome algo más vivo pero tristísimo. Luego la volví a poner desde el principio y comencé a caminar de vuelta. Llegué a casa con el alma rota y los ojos vidriosos, pero antes de eso bajé la cabeza y vi una lagartija retorciéndose. Se desprendió de su cola y huyó. Al cabo de unos meses ya le habrá crecido una nueva.



Legi
016