mi cabeza giraba.
Debiera,
después de tanto tiempo rodando,
pero sed no tenía, así que
digerí como pude las palabras vacías
que oscurecen el día.
Rebotaban a ciegas
convirtiéndose en pulpa.
Así las noté morir:
contra la pared viscosa
de un alma en penumbra
y geografía de cueva.
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