¿Por qué no te pasas por casa?
Podríamos tirarnos a escuchar los Smiths 
mientras bebemos cerveza.
No sería necesario hablar, simplemente
con estar ahí bastaría.
Yo te imaginaría sin camiseta pero no te la quitaría.
Te pediría permiso con la mirada para volver a poner la quinta
y no apartaría los ojos hasta que no te terminases ese trago.
Bebiendo y oyendo. A ratos con los ojos cerrados.
Observando, a través de la ventana, cómo el día envejece:
el color de las cortinas delataría su edad
mientras notamos el leve roce de unos dedos al encontrarse:
los míos, esquivos, directos a tu ombligo.

¿Por qué no nos quedamos así?
Podríamos dormir en esta misma postura,
sin desvestirnos, sin arroparnos,
permaneciendo con tus piernas sobre mi barriga
mientras el mismo disco continúa sonando.
En mitad de la noche me despertaría: te observaría.
Ni diría nada ni trataría de despertarte, es más,
volvería a recostarme con las manos sobre la nuca, 
como pensando, asimilando...
Y el techo me guiñaría un ojo mientras la sombra se convierte
en mi mejor aliada: nada me delataría,
pues tus piernas, insensibles,
no responden a los estímulos de las mías.




Legi
015