Llegué a temerla, a odiarla 
e incluso a darle la espalda, naturalmente
desconfiando.
Llegué a observar la vida con asco y a cierta distancia, 
como la fruta podrida.
Yo no la quería. Sin embargo ahí estaba,
burlándose de mí, obligándome a participar...
¡Canalla!

Luego surgió la mentira
en forma de pasatiempo suave.
¡Qué piernas tan bonitas!. ¿Será,
efectivamente,
la vida un regalo?
Y así, imaginando,
coloreé hasta el hambre.

Transcurrían los días mientras desenvolvía un secreto.
La tristeza, sin saberlo, espiándome desde los zarzales
- mis dudas endulzaban las paredes de su enjambre -
Entre tanto tú y tus piernas paralizasteis las agujas
que esconden en una cueva sacos enteros de arrugas.

Y la vida continuaba siendo bella.
Y los zarzales silbaban en compañía del viento.

De pronto tus piernas se fueron: 
la mentira quedó revelada:
había contado un secreto a voces que secreto permaneció 
porque nadie escuchaba:
a los zarzales no los movía el viento:
era mi tristeza, sedienta de miel, que sospechaba
que la vida no es suave ni bella ni tiene forma de pierna.
Es, por contra, una pulpa deshaciéndose - en el tiempo - 
por el contagio de un beso.



Legi
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